
Víctor M. Jiménez.
(…) Son historias para contar, escuchar y leer en media hora, pero como los buenos cafés, cortos, cargados, amargos, dejan un sabor que persiste durante toda la jornada laboral, y que acompaña hasta casa, cuando dejamos de ser personajes, de nuevo, para volver a ser personas.
(...) Me vas a poner paella para dos, para la mujer y la suegra, que les encanta. Dos raciones de espaguetis con gambas ¿los has probado, Antonio? Están deliciosos, los chavales se ponen morados -–Antonio se limita a asentir y sonríe sin ningún entusiasmo.
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